Miscelánea Natural se enfoca en análisis y reflexiones generales a largo plazo, por lo que evita los artículos acerca de temas de actualidad puntual (especialmente si son temas de primera línea de actualidad social general y en consecuencia objeto central de acalorados debates mediáticos y sociales que suelen ser la antítesis de debates racionalmente argumentados). No obstante, la extensión temporal de este tema y sus consecuencias sobrepasan la breve duración temporal propia de un tema de actualidad puntual, y puede ser interesante analizarlo como ejemplo de los diferentes temas generales tratados en el resto de los artículos. Es también especial porque, aunque intento sacar tiempo para responder a todas las personas que me escriben a pesar de mi reducido tiempo y mi larga lista de prioridades (mis disculpas si se me ha pasado contestar a alguien), aviso que probablemente ni pueda ni quiera dedicar tiempo a atender las respuestas (posiblemente numerosas por su popularidad) que pueda recibir acerca de este artículo en concreto. En «Libre acceso a la información y al conocimiento» se indica: Sin información no hay derechos y libertades, porque el libre ejercicio de los derechos y libertades personales requiere la libre disponibilidad de la información y el conocimiento para que toda elección sea verdaderamente libre. La información y el conocimiento deben ser libremente accesibles a todas las personas (con la excepción de información que permita atacar los derechos y libertades de personas, incluida las garantías de privacidad personal) por razones éticas y del bien común (es imprescindible para que toda elección o postura sea verdaderamente libre y racionalmente fundamentada –sin estar condicionada por sesgos, prejuicios y percepciones subjetivas–). En «La libertad de expresión en peligro» se indica que es un derecho fundamental reconocido por la Declaración Universal de Derechos Humanos (estrechamente ligado al derecho a la información) y tiene una importancia crítica, no solo a título individual como parte del derecho fundamental a la libre realización personal, sino también para el conjunto de la sociedad por el enriquecimiento de ideas y perspectivas que su ejercicio aporta al resto de las personas. Considerando y analizando las aportaciones del resto y reevaluando con objetividad, sinceridad y humildad nuestras posturas, opiniones y conocimientos ante las exposiciones diferentes, contrarias o alternativas podemos detectar y corregir nuestros errores e imperfecciones, reflexionar acerca de nuestras ideas y lograr ser mejores personas, ahora y en el futuro. Por contra, la actitud de rechazar, despreciar u oponerse por defecto a toda postura u opinión contraria a la propia actual solo conlleva cosas malas: destruye la capacidad de pensamiento crítico y autocrítica personal, afianza los sesgos, prejuicios y percepciones subjetivas, y promueve un nefasto sentimiento de egocentrismo, soberbia, narcisismo o supremacia personal, todo ello pernicioso para las personas y en consecuencia para la sociedad (que es el conjunto de las personas). En «La realidad fabricada o "lo que no sale por la tele no existe"... guerras olvidadas, países olvidados» ya se señala que debido al gran número de personas que usan los medios de información (desde periódicos a telediarios) para mantenerse informados, la elección de qué noticias se seleccionan y con qué enfoque se presentan supone un arma de control social de enorme poder: se elige cuales son las noticias sobre las que se va a centrar la atención pública (y en gran medida, la postura u opinión de gran parte de la población sobre ellas), y cuáles van a pasar desapercibidas para la gran mayoría de la población. Y en este otro artículo se apunta a la "doctrina del miedo" (hermana de la "doctrina del shock") consistente en el fomento del miedo o terror como medio para conseguir que las personas acepten grandes recortes de derechos y libertades humanas, frecuentemente usada a lo largo de la historia humana. A lo largo del año y medio que engloba casi todo 2020 y la primera mitad de 2021, no solo los telediarios eran 100% solo COVID de comienzo a fin día tras día, sino que el COVID fue el monotema de prácticamente toda la programación de televisión (y similar en la prensa escrita), con un mensaje monotemático "peligro de muerte" que logró aterrar a una gran parte de la población que no cuestionó las restricciones de derechos y libertades personales.
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