El engaño de las bombillas "de bajo consumo"Con la excusa de luchar contra el "cambio climático" y "ayudar al medio ambiente", la Unión Europea obligó la sustitución de las tradicionales bombillas de filamento incandescente por las nuevas lámparas fluorescentes compactas (LFC, popularizadas con el nombre de "bombillas de bajo consumo") y secundariamente lámparas LED. En realidad, se trata de un engaño descarado y esta imposición legal no solo no ayuda al medio ambiente sino que lo perjudica, por dos razones fundamentales:
El tema se explica de forma más detallada en el documental "La mentira de las bombillas de bajo consumo" (traducido del alemán y emitido por la televisión pública española, aunque fue retirado de su web una semana después – algo que también ha sucedido en otras ocasiones como el documental sobre el polémico tema de los posibles efectos sobre la salud de los campos electromagnéticos "Contracorriente").
La manipulación del "cambio climático"Ante la popularización de la preocupación por el medio ambiente, la estrategia de manipulación empleada por los poderes económico-mediáticos para conducir esta nueva corriente social de forma que no perjudique sus intereses y sí puedan sacarle beneficio, es conseguir que el "cambio climático" ("calentamiento global", emisiones de CO2,...) monopolice el discurso ambiental en los países monetariamente ricos. Así consiguen barrer del escenario los debates acerca de temas como la contaminación ambiental por el empleo de sustancias tóxicas (desde metales a microplásticos) o la destrucción de los ecosistemas tropicales por extracción de recursos (de maderas a minerales, pasando por el aceite de palma), de los cuales actualmente se habla mucho menos que hace un par de décadas a pesar de suponer impactos ambientales de primer orden de gravedad. ¿Entonces el "cambio climático" no es importante? Hay que verlo con perspectiva:
¿Significa todo esto que habría que olvidarse del asunto del "cambio climático global"? La cantidad de emisiones contaminantes a la atmósfera es muy elevada, y eso tiene efectos negativos para la salud humana y el medio ambiente (además de un posible cambio climático a escala planetaria que podría ser perjudicial), por lo que en cualquier caso es muy recomendable tomar medidas correctoras centradas en reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera[2]. Pero sin perder nunca la perspectiva del tema: por un lado el "cambio climático" no puede servir de excusa para promocionar opciones muy negativas para la salud humana y el medio ambiente como las "bombillas de bajo consumo" o la energía nuclear o atómica (orígenes de tipos de contaminación muy graves y persistentes) entre otras tergiversaciones o confusiones bastante extendidas[3], y por otra parte no debe desviar la atención de otros problemas ambientales de mayor gravedad, pues carece de lógica centrar la preocupación ambiental en el "cambio climático" mientras p. ej. la tasa planetaria de destrucción de bosques es como mínimo 191000 km2 / año (casi la mitad correspondiente a bosques tropicales) y la contaminación atmosférica mata como mínimo 9 millones de personas cada año.
[1] Un mito a desterrar es considerar el ecologismo / ambientalismo como algo ligado al desarrollo económico: No pocas de las grandes defensas de causas ambientales han tenido y siguen teniendo lugar protagonizadas por personas que viven en países monetariamente pobres: 1, 2, 3, 4, 5, 6.
Por otra parte, parece bastante claro que la defensa del medio ambiente está y estará protagonizado por los pequeños grupos ecologistas / ambientalistas tanto en países monetariamente pobres como ricos, formando plataformas y coordinadoras para aglutinar esfuerzos en causas compartidas, y desde luego no por las grandes organizaciones ecologistas / ambientalistas de fama internacional – solo un par de ejemplos:
[2] Como idea general, para solucionar cualquier problema debe procurarse siempre medidas correctoras centradas en las causas y no medidas paliativas centradas en los efectos.
[3] Está bastante generalizado en la población ideas erróneas sobre la relación entre la velocidad de circulación de los vehículos con motor de combustión (coches, motos, camiones,...) y las emisiones de gases contaminantes. Como se señala aquí, el rendimiento óptimo del motor se obtiene (en llano) a un número de revoluciones (rpm) conocido como "par máximo". En muchos coches el "par máximo" de su marcha mayor coincide con una velocidad de 90 km/h, por lo que la circulación a mayores velocidades es muy ineficiente (elevado consumo y elevada tasa de emisiones de gases contaminantes) y el objetivo debería ser procurar circular a esa velocidad en autovías y autopistas (a 120 km/h se consume un 35-50% más de combustible que a 90 km/h). Pero es importante entender que para lograr la conducción más eficiente (que permite la relación más óptima entre desplazamiento, consumo y emisiones contaminantes) hay que circular a la velocidad del "par máximo" de la mayor marcha que sea posible, porque siendo para cada marcha su respectivo "par máximo" su punto de rendimiento óptimo, pudiendo elegir entre las velocidades correspondientes al "par máximo" de cada marcha, en muchos coches cinco –cinco marchas, por tanto cinco opciones de "par máximo" y cinco respectivas velocidades de rendimiento óptimo–, circular a la mayor velocidad de rendimiento óptimo de las opciones disponibles permite el mejor rendimiento de tiempo (menor tiempo gastado en el desplazamiento y por tanto mayor tiempo disponible para otras cosas) y en conducción urbana permite la menor tasa posible de paradas por semáforos y cruces (durante el tiempo de parada el motor consume y contamina sin lograr un acercamiento a su destino, y el inicio de la circulación implica realizar varios cambios seguidos entre marchas cortas que ocasiona un elevado consumo de combustible y emisiones de gases contaminantes). Es por ello que las iniciativas de reducción de la velocidad de circulación de vehículos en las ciudades (muchas veces promocionadas como "para reducir la contaminación atmosférica") obtienen como resultado el aumento de la contaminación atmosférica, debido al mayor tiempo de circulación de cada vehículo para llegar a su destino y la mayor tasa de paradas por semáforos y cruces (el consumo y las emisiones de gases contaminantes aumentan rápidamente con la reducción de la velocidad por debajo de 50-60 km/h = 31-37 mph, ver figura 10, figura 5, figuras 3-4).
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